¿No es curioso cómo vivimos en un mundo donde incluso el dinero se ha vuelto intangible, digital? Un simple clic, una pantalla iluminada, y las transacciones fluyen. Pero cuando la luz se va, ¿dónde queda ese dinero virtual? Nos enfrentamos a una realidad donde nuestra dependencia tecnológica es tan profunda que afecta incluso a lo más básico.
Desde la perspectiva del yoga, este apagón puede ser una poderosa metáfora. ¿Cuántas veces vivimos desconectados de nuestro ser interior, enredados en la red de notificaciones, comparaciones y vidas filtradas? Las redes sociales, esa ventana aparentemente indispensable, ¿nos acercan o nos alejan de nuestra propia esencia?
Reflexionemos un momento: ¿es realmente vital para un profesor o centro de yoga vivir pegado a las redes? Antes existíamos, compartíamos sabiduría, construíamos comunidad… ¿Hemos olvidado cómo conectar de forma auténtica, cara a cara, corazón a corazón?
Este apagón nos invita a «pratyahara», esa práctica yóguica de retirar los sentidos del mundo exterior para volver la atención hacia nuestro interior. Tal vez, desconectarnos de la red digital sea una forma de reconectar con nuestra propia luz, esa que reside en cada uno de nosotros y que no necesita enchufes ni wifi.

✨ Preguntas para reflexionar:
¿Cómo te sentiste durante el apagón al no tener acceso a tu móvil y redes?
¿Qué actividades o conexiones redescubriste en esa pausa digital forzada?
¿Podríamos integrar más momentos de «desconexión consciente» en nuestra vida diaria?
Para los que compartimos yoga, ¿cómo podemos equilibrar la presencia online con la conexión real y profunda con nuestros alumnos?
Te invito a compartir tus reflexiones en los comentarios. ¡Encontrémonos también más allá de la pantalla! 💖