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Donde nacen los sueños

En el año 2006 el yoga llegó a mi vida, no sabía que se convertiría en una forma de vivir y que además me ganaría la vida con ello acompañando a otros seres por el sendero del yoga.

Durante esa época soñé muchísimo con crear o dar vida a un espacio donde ser feliz, aún no sabía que haría allí, pero lo que si sabía es que se tenía que llamar “EL CIELO EN LA TIERRA” (mujer emprendedora en muchos ámbitos y eso seguía latiendo en mí). Me enrosqué en la vida y formé una familia y esa idea de ese sueño quedó ahí latiendo en silencio, pasaron los años y seguí profundizando en el yoga, hasta que apareció mi primera formación de Hatha con un yoga clásico que proviene: THE YOGA INSTITUTE DE BOMBAY

El yoga clásico de mi primera escuela es el yoga de Patanjali, que resumió las enseñanzas del yoga en 8 pasos, para que se dé la trasformación y el autoconocimiento. Muchos tipos de yoga no van más allá de la ásana y el pranayama, y esto, es una pena porque la profundidad del yoga es extraordinaria. Su objetivo va mucho más allá de estirar el cuerpo y prevenir la enfermedad, que también, busca evitar el sufrimiento entendiendo por este la interpretación errónea que hace nuestra mente de la realidad. 

Para mí y para las escuelas de la que provengo no es viable quedarnos en las posturas y desaprovechar lo psicológico y filosófico del yoga, porque si hacemos esto perdemos toda la sabiduría que se ha ido trasmitiendo durante miles de años, nos quedaríamos solo en lo superficial, perdiendo sus raíces, y como se pueden hacer las dos cosas sin renunciar a ninguna, nosotros integramos todo. 


Al finalizar mi segunda formación me di cuenta de la trasformación que poco a poco se estaba dando en mi a través del yoga y como la vida me fue preparando el terreno poniéndome todo fácil y muchas otras veces difícil (la dualidad de la vida), sin buscarlo para que ayudara a llevar todo lo aprendido con mi experiencia al mundo. Así comencé a dar clases a un pequeño grupo de mujeres de mi pueblo en una asociación, sin casi pensarlo.

 Una noche volvió a mis pensamientos aquel lugar “el cielo en la tierra”, y soñé con ello aún más profundamente, en unos pocos días apareció la escuela MAHASHAKTI en mis redes sociales con ese lema de “BAJAR EL CIELO A LA TIERRA” y supe que ese era mi camino, mi próxima parada, mi nueva escuela.

Entré en la escuela MAHASHAKTI y me sentí en casa enseguida. Sus principios de utilizar sus herramientas para producir una trasformación social individual que tenga su repercusión global o mundial, llenaron de esperanza mi alma al sentirme acompañada en ese ideal elevado con el que yo soñaba de poder bajar el cielo a la tierra, y que ellos desde el yoga integral también sabían que eso es posible.


«muchas personas pequeñas, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”

Eduardo Galeno


Pero además ese fundamento de la escuela de que el fin del yoga no es la iluminación, si no integrar esta práctica en la vida cotidiana, sin considerar a nadie gurú más que a nuestra maestra/o interior hizo que cada día esa pequeña semilla en forma de sueño creciera más dentro de mí.

El yoga integral se encarga de unificar los cinco tipos de yoga: el raja-yoga la meditación, la devoción y el amor con el bhakti-yoga, la acción desinteresada a través del karma-yoga, el hatha-yoga para trabajar con tu cuerpo, la respiración y el prana y el cultivo de su filosofía y estudio a través jnana-yoga. Necesarios todos ellos para poder hacer que toda tu vida sea yoga, siendo tu cuerpo, tu alma y tu mente el laboratorio donde hacer prácticas y que tenga lugar la alquimia de la trasformación interior.

Dicen que cuando el alumno está preparado aparece el maestro y así surgió el yoga en mi vida, pero además dicen que, si te quedas en silencio y te atreves a ir hacia dentro, tu alma te habla sobre tu Dharma, tú camino de vida, tú propósito elevado Hubo un tiempo en el que no sabía ni quien era, donde el yoga creó una revolución interior ayudándome a cuestionarme todo lo que era, pensaba y hacía. Fue un tiempo duro, pero nadie dijo que fuera fácil cumplir con aquello para lo que habías nacido.  

Yo sigo escuchando esa voz interna guiándome hacia lo que debo hacer por encima de lo que quiero. Por lo que puedo decir orgullosa y plenamente feliz que mi misión en esta vida es acompañar a los demás a través del yoga, compaginado esto con el placer de caminar junto a mi compañero de vida en la crianza y acompañamiento de nuestros hijos.


¿Qué buscas tu del yoga?, ¿estirarte?, ¿calma?, o por el contrario ¿quieres cuestionarte e iniciar una revolución interior?

Hoy mi nueva sala no se llama “bajar el cielo a la tierra “, como soñaba por aquella época en que ya era capaz de oír de vez en cuando la voz de mi alma, la sala se llama “EL BOSQUE DE SILVIA”, un lugar donde acercar el cielo a la tierra, donde iniciar nuestra revolución interior, donde transformarte en tú mejor versión.

Bienvenida/o a mi bosque, mi sueño, mi casa.

Namaste