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ES TIEMPO DE ESCUCHA

Mirar hacia dentro con calma para darse cuenta, reconocerse y permitirse es lo que toca ahora.

Es momento de tránsito entre estaciones, el verano tardío, antes de la llegada del otoño, es tiempo de escucha y yo tengo la suerte de tener un trabajo donde se crean las circunstancias perfectas para escuchar a los demás, y eso es algo de lo que siempre he disfrutado.

Colocarte en una actitud de escucha sin pretender decir nada, solo escuchando al otro, pero no solo sus palabras, sino su actitud, gestos y movimientos. Esta cualidad de escucha me ha dado el don de conocer y entender un poco más a los demás, algo que siempre me ha apasionado, entender el modo de relacionarse con el entorno de los seres humanos.

Desde niña la escucha es algo fácil en mí, mis amigas solían decirme que tenía una gran capacidad de escuchar al otro cuando tenían algo que contarme, pero además la capacidad de discernir entre lo que si escuchar y lo que no. Hoy en día creo que esto aún lo disfruto más al subirme cada día en mi alfombra mágica, la esterilla, y colocarme en disposición de ser un medio para llevar el yoga a los demás.

Cuando preparo las clases suceden dos cosas mágicas que a pesar de los años siguen sacando una sonrisa dentro de mí y confirmándome cada día que estoy donde debo:

 Una de ellas encontrar la manera de llegar a las personas con palabras y acciones. Esta requiere esfuerzo, conocimiento, práctica, habilidad y mucho amor. Otra escuchar a tus alumnas/os sin que te hablen, observando sus acciones, sus cuerpos, sus actitudes, poniendo todos tus sentidos alerta y con el corazón abierto de par en par, para poder entender sin juzgar.



Entonces puedes entender porque una sonrisa no surge en la cara de alguien cuando le invitas a sonreír, o porque el ego no te deja colocar apoyos en tus rodillas después de mostrar como sentarte para evitar una posible lesión.

Escuchas las arrugas de una frente que a pesar de la invitación no pueden relajarse, o unas manos que no saben cuál es la dirección del cielo. Escuchas la necesidad del otro del sobre esfuerzo después de repetir mil veces que el yoga es aceptación. Descubres la necesidad de querer ser vista cuando tu respiración sonora no deja de parecerse a la de un búfalo o cuando necesitan reconocimiento sobre sus avances o su práctica. También escuchas los silencios mágicos que se crean entre esterillas, tejiendo hilos que nos hacen interdependientes unos de otros, aunque creamos que estamos solos. Y por supuesto escuchas la necesidad del otro más allá de sus palabras cuando buscan sanar o salvarse con unas clases de yoga, escuchas más allá de las excusas para no acudir a su clase. Escuchas cuando necesitan buscar en otra parte y las palabras no surgen para decirlo. Escuchas en esa actitud de creer que ya sabes lo que te van a contar o en poner tus manos o pies en un lugar diferente al que te han invitado adoptar.

Esta pasión por la escucha también me ha llevado a descubrir qué hacer con lo que recibo, para no cargar mi mochila con aquello que no es mío o con juegos de mi mente sobre si eso que pienso es correcto o incorrecto, imaginación o recuerdo. La experiencia y la lógica son dos cosas que suelen ayudarme. Pero además también me ha enseñado la vida que no todo el mundo está dispuesto a ser escuchado, y es ahí dónde soltar es el gran desafío, la propuesta que te envía la vida: “lo importante es la enseñanza, no el maestro” MIKE BOXHALL

Silvia